Der fol­gende Artikel erschien im argen­tinis­chen Bergsport­magazin Kóoch am 06.2012. Der Orig­i­nalar­tikel mit tollen Bildern kann als pdf herun­terge­laden wer­den: Monte Buck­land (nur in Spanisch).

Monte Buck­land 

Una expe­di­ción ale­m­ana logró hacer cum­bre al Monte Buck­land, tan her­moso como mis­te­rioso, y rara vez visto ante­ri­or­mente. Después de 46 años de silen­cio la cor­dada ale­m­ana marcó el segundo ascenso en abso­luto, al abrir una nueva ruta en estilo alpino en la cara noreste.

UN RAS­TRO HISTÓRICO

La Cordillera Dar­win, ubi­cada al extremo sur del con­ti­nente amer­i­cano, provee un poten­cial inabar­ca­ble para los mon­tañeros en cuanto a primeros ascen­sos y rutas inex­plo­radas, pero tam­bién les exige cier­tas capaci­dades adi­cionales, tanto físi­cas como men­tales. La ruta a una cum­bre de la región nor­mal­mente se ini­cia con la com­pli­cada logís­tica del acer­camiento, en muchos casos impli­cando la nave­gación marí­tima. Una vez en el campo de batalla, la mete­o­rología impone una pacien­cia casi in?nita, fe y acatamiento, hasta que posi­ble­mente el viento se calma y las pre­cip­ita­ciones paran, para — al ?n y al cabo — inten­tar subir. Estas condi­ciones climáti­cas y la ubi­cación tan ais­lada le dieron un estado espe­cial à la Cordillera Dar­win: la pro­te­gieron por mucho tiempo de un tur­ismo y alpin­ismo fre­cuente, con­ser­vando una nat­u­raleza casi virgen. Las primeras explo­raciones al área las hizo el famoso misionero ital­iano y apa­sion­ado de la Patag­o­nia Alberto María de Agos­tini (1883 – 1960), durante sus exten­sos via­jes en el archip­iélago de Tierra del Fuego a par­tir del año 1910. Con su gran espíritu des­cubri­dor y siem­pre con la vista del mon­tañero tam­bién, vio y doc­u­mentó la may­oría de la región por primera vez. Sus expe­di­ciones hicieron cum­bre al Monte Italia (2.350m; año 1937) y Monte Sarmiento (2.246m; 1956), entre otros. Mien­tras Agos­tini exploró los fior­dos con su barco “Júpiter”, el alemán Gun­ther Plüschow (1886 – 1931), en 1929, se con­vir­tió en el primero que sobrevoló la Cordillera Dar­win con su pequeño avión lla­mado “Sil­berkon­dor”. El fue, quien trajo tam­bién las primeras fotografías de la impre­sio­n­ante cara norte del Monte Buckland, que sirvió como parte de la escasa infor­ma­ción exis­tente para nues­tra expedición. El Buck­land fue ascen­dido por primera vez, en 1966, por la expe­di­ción ital­iana de los “Ragni di Lecco” con­for­mado por Carlo Mauri, Casimiro Fer­rari, Guiseppe Pirovano, Luigi Allipi, Guido Machetto y Cesare Guidici, nadie intentó acer­carse nue­va­mente al Buck­land y la mon­taña entró en un sueño pro­fundo por décadas.

LA MON­TAÑA SIN CARA

Hace más que un año comen­zamos a prepararnos para nues­tra expe­di­ción 2012 al Monte Buck­land, con el obje­tivo de ser la segunda cor­dada en pisar su cum­bre. Durante esta fase de preparación se nos hizo difí­cil encon­trar alguna infor­ma­ción útil para el ascenso. Nos pusi­mos en con­tacto con Cesare Guidici de la expe­di­ción de 1966, pero solo nos pudo con­tar que era una “expe­di­ción olvi­dada”, sin buena doc­u­mentación. Sin embargo gra­cias a él al menos vimos unas fotos que mues­tran la expe­di­ción en acciones de subida y tam­bién se nos pre­sentó la cara sur de la mon­taña. Parecía un obje­tivo bas­tante intere­sante, aunque las condi­ciones glacia­res deberían haber cam­bi­ado desde entonces. Pero ¿donde están las otras caras del Buck­land? Nada, ¡la mon­taña parecía sin otra cara! La vieja foto del Plüschow y una escasa escena despe­jada de una ima­gen satelital eran las únicas fuentes sobre cuales se había que plan­i­ficar la estrate­gia de una posi­ble ruta nueva. Lo descono­cido para explo­radores es lo más intere­sante. Así nos pusi­mos en las huel­las de Agostini, Plüschow, Mauri y sus compañeros. Este viaje a lo descono­cido era lo que ha vuelto al Buck­land algo especial, misterioso y vir­gen, ¡sí al final eso era lo que estábamos buscando!

APROX­I­MACIÓN 

Final­mente nue­stro equipo para la expe­di­ción com­prendió siete inte­grantes – Daniel Gross, André Kunert, Markus Kautz, Robert Koschitzki, Franz Goer­lich, Bar­bara Schmidt y Michael Nadler, todos un grupo de ami­gos ciu­dadanos de Dresde, Ale­ma­nia. Seguíamos la filosofía de que la amis­tad y vol­un­tad de meterse en un ambi­ente descono­cido vale más que un por­fo­lio de tan­tas ascen­siones de calidad. ¿Qué nos esper­ará en las sigu­ientes tres sem­anas y media? Nadie de nosotros había exper­i­men­tado antes un tiempo tan ais­lado e incierto… Lo cierto es que tomamos con­cien­cia del sig­nifi­cado “vir­gen” en el momento que bajamos del bote: cada paso a par­tir de la playa era un paso que nadie ha hecho hasta el momento. Ni un ras­tro de huella humana, pura veg­etación for­mada por décadas y sig­los, una red verde de ramas, tron­cos, mus­gos, líquenes, hojas y espinas. Hacer un camino que despues servirá para los repeti­dos por­teos al cam­pa­mento base se volvió difi­cil y bas­tante ago­ta­dor, sin men­cionar el peli­gro latente que ofrece este ter­reno en com­bi­nación con una mochila pesada. Debíamos pasar un valle pro­fundo con partes muy emp­inadas donde incluso había que ase­gu­rar los por­teos con cuerda. 

Para insta­lar el cam­pa­mento base (CB) a una dis­tan­cia de ape­nas 5 km de la playa y a 300 met­ros de altura nece­si­ta­mos casi una sem­ana. El lugar del CB es real­mente lindo (por lo menos en tiem­pos sin llu­via), situ­ado à la rib­era de una laguna y con la vista (teórica) al des­tino: la cara noreste del Buck­land. “SIL­BERKON­DOR” Parecía que él Buck­land quería darnos la espalda: casi toda la cara noreste, que unas décadas atrás fuera total­mente tapada por el glaciar, ya mostró una ancha zona de roca ver­ti­cal sin ninguna opción para escalarla porque está casi en su total­i­dad ame­nazada por ser­acs col­gantes. Quiere decir que el glaciar norte del Buck­land está real­mente divi­dido en una parte infe­rior (debajo de la zona rocosa) y otra supe­rior. “¡Tal vez allí!”, men­cionó Robert viendo una prob­a­ble ruta por la cresta norte, pasando la imposi­ble zona rocosa por su mar­gen derecha. En el col­lado de la cresta norte tam­bién parecía un exce­lente lugar para insta­lar un cam­pa­mento alto (CA). ¡Habrá que ver! Después de un intento fra­casado justo arriba del CA por razones de mal tiempo, el pronós­tico (que nor­mal­mente para esta región varia entre malo y feísimo) comu­ni­cado por telé­fono satelital nos dio algo de nueva moti­vación: “el 2930 de enero poco viento, pocas pre­cip­ita­ciones”. ¡Ok, ade­lante! Subi­mos nue­va­mente los tres — Robert, Dani y yo — por el glaciar infe­rior hasta el CA (1.100m). La tarde se volvió her­mosa, por primera vez se pudo ver la cima del Buck­land por completo. Eso nos ayudó bas­tante en localizar exac­ta­mente la ruta proyec­tada, ¡si ya nue­stro ascenso parecía realidad! Pero lógi­ca­mente lo nor­mal ocurrió: en la noche el tiempo empeoró. Debo con­fe­sar que me sentí algo extraño de estar com­ple­ta­mente pen­di­ente de la gra­cia meteorológica… El 29 de enero, a las 7:00 de la mañana: con la calma de los chubas­cos ini­ci­amos el primer largo mixto (50°) que sube del col­lado à la arista norte. Seguimos el filo rocoso (de pésima cal­i­dad) por unos 300 met­ros hasta la ver­tiente que se torna ver­ti­cal, aquí la ruta va por ter­reno mixto (55°) por dos lar­gos para lle­gar al plateau glacial supe­rior donde se con­tinuó hacia la pared somi­tal. – a las 13:00: una rimaya se extiende por casi toda la pared somi­tal, deján­donos dos opciones para lle­gar a la obvia canaleta final que sube directo hacia la cima: en vez de evi­tar el obstáculo por su mar­gen muy à la derecha vota­mos por el camino recto. Robert lid­eró valien­te­mente este largo crux com­puesto de mal hielo ver­ti­cal (25m, WI4). – a las 19:00: final­mente, después de otros 3 lar­gos subi­endo la canaleta de hielo (50 – 65°), lleg­amos al filo somi­tal. Para nues­tra sor­presa el filo en real­i­dad no era tan angosto como parecía en la foto del Plüschow. Toda la cima es una con­struc­ción del viento, tem­po­ral­mente vari­able en sus for­mas y com­ple­ta­mente com­puesto de hielo y escar­cha. Pese à la hora avan­zada y las condi­ciones de casi “whiteout” subimos al punto esti­mado como más alto del filo (1.746m, medido con GPS), seguido por el abrazo más esper­ado de mi vida: ¡¡ CUMBRE !!

EL DILEMA DE LA EXPLORACIÓN

Quisiera tocar un tema tal vez filosó­fico: la opor­tu­nidad de la explo­ración de ter­reno vir­gen lo veo como un priv­i­le­gio valioso que aún tiene nues­tra gen­eración. Es cierto que la explo­ración incluye, según su defini­ción, tam­bién la comu­ni­cación de lo explo­rado. Por des­gra­cia eso sig­nifica al mismo tiempo la reduc­ción de mis­te­rios, de aven­turas explorato­rias para próx­i­mas gen­era­ciones. La expe­di­ción 2012 al Buck­land – defin­i­ti­va­mente moti­vada por lo inex­plo­rado – para nosotros era una gran expe­ri­en­cia des­cubri­dora y por supuesto quer­e­mos pub­licar las infor­ma­ciones que existían previamente. Pero tam­poco quer­e­mos quitar la opción de vivir esas expe­ri­en­cias a los que ven­drán. ¿De que vivire­mos en un mundo que se dirige hacia un futuro donde lo descono­cido no exi­s­tirá, donde las mon­tañas serán com­ple­ta­mente cono­ci­das, cada paso pre­vis­i­ble y cada riesgo ponderable?Lo cierto es que la infor­ma­ción exis­tente deter­mina el carác­ter de la mon­taña, la difi­cul­tad de su ascenso. Con la mirada per­sonal desde una región casi com­ple­ta­mente explo­rada por com­pleto, desde los Alpes, siento que más infor­ma­ción no resulta nece­sari­a­mente en una expe­ri­en­cia más intensiva. En este sen­tido, ¡ade­lante, val­ore­mos lo descono­cido y vamos a dis­fru­tar las incon­ta­bles aven­turas que aún exis­ten en la Cordillera Darwin!

La expe­di­ción agradece a sus aus­pi­ciantes, par­tic­u­lar­mente el Club Alpino Alemán (DAV) por su apoyo financiero. Más detalles y fotos de la expe­di­ción disponibles en www​.mtbuck​land​.com.

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