Un equipo de siete jóvenes aven­tureros ale­manes cumplió sat­is­fac­to­ri­a­mente con el desafío que lo trajo desde Europa: realizar la segunda ascen­sión en la his­to­ria de la mon­taña Buck­land, al oeste de la cordillera Dar­win. Los deportis­tas repi­tieron la haz­aña que un grupo de ital­ianos lid­er­ado por el alpin­ista Carlo Mauri efec­tuó en 1966, pero a través de un trayecto difer­ente, por la cara norte del macizo.

“Estábamos bus­cando mon­tañas de gran belleza y nos intere­samos en la cordillera Dar­win porque no es muy cono­cida y eso hace más atrac­tivo el desafío”, relató uno de los inte­grantes, Markus Kautz, agre­gando que la lejanía com­plicó la plan­i­fi­cación de la subida, la cual duró alrede­dor de un año.

Los mon­tañis­tas partieron el 15 de enero y regre­saron el 11 de febrero con la meta cumpl­ida. La ruta seguida para el ascenso fue bau­ti­zada como “Cón­dor de Plata”, en honor al nom­bre del avión monomo­tor en el que Gün­ther Plüschow sobrevoló esta inhóspita tierra en los años 20. Tres de los siete subieron à la cima.

La escal­ada resultó exi­tosa en el segundo intento, ya que las condi­ciones climáti­cas extremas y adver­sas oca­sion­aron su retorno. “El clima es muy inestable y pocas veces se tiene vista del camino por la recta”, pré­cisó Kautz.

Para lograrlo, lev­an­taron un cam­pa­mento base a 300 met­ros de altura, a orilla de una lago; y pos­te­ri­or­mente, otro a 1.100 met­ros. En los días que per­manecieron en Dar­win aprovecharon a escalar otras mon­tañas sin ascen­sión, pero de menos altura que Buckland.

Los ale­manes agradecieron los aportes logís­ti­cos (trans­porte ter­restre y marí­timo) de Cristián Donoso y su empresa Patag­o­nia Incóg­nita; apoyo de Luis Fuentes e Imago Mundi, que colaboró con ali­mentación y alojamiento.